Nosotros les escuchamos muy atentamente, fueron muy agradables y contestaron a todas y cada una de nuestras preguntas.
Aprendimos mucho ese día, sobre todo aprendimos a valorar todo lo que tenemos. No lo hacemos muy a menudo, ni los mayores ni los pequeños, pero ese día reflexionamos y nos dimos cuenta de la suerte que teníamos, de lo afortunados que éramos.
Tenemos muchas razones, y cada unos de nosotros pensó unas cuantas. Nos acordamos de los juguetes que teníamos, pero también supimos ver un poco más allá.
María se acordó de lo valioso que es tener una ducha, porque allí se lavan en la calle.
Rocío pensó la suerte que teníamos de poder cocinar en nuestra casa, cómodos y calentitos, ya que allí suelen cocinar fuera de las casa, sobre todo los el humo que sale de las hogueras.
Pablo se acordó de lo valioso que es poder contar con tractores para trabajar la tierra, ya que otros tienen que hacerlo con arados manuales o tirados por animales.
Marko pensó en la suerte que tenemos de poder elegir, elegir entre otras cosas la persona con la que queremos compartir nuestra vida. Y Ana se acordó que como allí las mujeres no pueden tener su propio dinero e independencia.
Ojala sigan trabajando, porque hay mucha gente que los necesita. Y ojala sigan viniendo para contárnoslo, porque nosotros también lo necesitamos.
Estas son nuestras conclusiones y éste es nuestro Caballero Afortunado. |
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