Lo primero que hacemos es cortar, con ayuda claro, un trozo de lana tan largo como cada uno de nosotros.
A alguno se le va la mano, y nos salen cosas un poco raras, como veremos después.
Decidimos que vamos a medirnos utilizando los centimetros, en lugar de los metros o los kilometros.
Pegamos la lana en una hojita de papel, y la medimos, anotando lo que nos da a cada uno.
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